Julie Taymor

Lo he contado anteriormente: El Rey León es el espectáculo en el que más he disfrutado en toda mi vida. Lo vi en el New Amsterdam Theatre, en la mítica calle 42 neoyorquina, en una de sus funciones previas, a principios de noviembre de 1997. La verdad es que no sabía nada del espectáculo, pero lo había pasado muy bien en La bella y la bestia, el montaje anterior de Disney, así que compré la entrada. El teatro, uno de los legendarios locales de Broadway, presentaba un aspecto deslumbrante; no en vano estaba también de estreno después de la restauración realizada por Disney, que entraba dentro de los planes del alcalde Rudolph Giuliani para "limpiar" la calle 42 (tomada en los últimos años por locales y negocios de "dudosa reputación", como suele decirse, y bastante sombría) y devolverle su condición de corazón de Broadway.
Sentado en una de las últimas filas del patio de butacas, junto a un pasillo lateral, asistí con asombro infantil a la primera escena, The circle of life, ese caleidoscópico e hipnótico desfile animal, y me emborraché durante toda la función con esa continua cascada de imágenes y de ideas; un derroche de imaginación que jamás había visto sobre un escenario. 
Desde aquel día soy un rendido admirador de Julie Taymor. Por eso me hacía una ilusión especial entrevistarla; tuve la ocasión de hacerlo la semana pasada, y acudí a la cita, lo confieso, con nerviosismo. Me ocurre siempre con aquellos por quienes siento una gran admiración. Temo no estar a la altura, desaprovechar lo que para mi es una magnífica oportunidad. Y además me sale el fan que llevo dentro y pierdo profesionalidad... Afortunadamente, me ha ocurrido en contadísimas ocasiones.
Salí muy satisfecho de la entrevista (no sé si ella también); la había visto el día antes, cuando fue presentada al reparto de la producción española del musical, y me había conquistado su energía y su entusiasmo. En teoría, estaba previsto simplemente que saludara a los intérpretes y que estos hicieran un par de números que habían estado preparando para darle la bienvenida. Pero ella empezó a contarles una historia de su etapa en Indonesia, después otra sobre una familia que había encontrado en El Rey León consuelo tras una desgracia familiar... Lo hizo con pasión, tratando de transmitir a los actores la importancia de su trabajo, de contagiarles su entrega, de estimularles y acelerar sus pulsos.
Apenas pude estar algo más de veinte minutos en la entrevista (tenía varias concertadas), y reconozco que me hubiera gustado estar con ella toda la mañana (me ocurre muy pocas veces, lo confieso); es una mujer inteligente, abierta, educada, cordial, atenta, una excelente conversadora que ama el teatro y lo expresa con elocuencia. El Rey León es, se nota, su hijo más querido; es consciente de que ha creado una pieza maestra, un ejemplo de lo que debe de ser un espectáculo teatral. Y es que su puesta en escena está llena de detalles, a menudo imperceptibles para el espectador, pero que demuestran su total implicación y compromiso con la obra, las muchas horas que dedicó a una historia que, me contaba, es universal, que es, al fin y al cabo, la historia bíblica del hijo pródigo, que cualquier cultura puede entender. En la raíz, en aquellas sombras proyectadas en las paredes de una cueva, que fueron la primera manifestación teatral de la humanidad, está la verdad del teatro, y es a ella, dice, adonde hay que acudir para lograr que el espectador se conmueva y salga de la sala distinto a como entró. Lo dicho, un ser humano fascinante con quien espero tener ocasión de volver a charlar algún día.


Si queréis consultar la entrevista completa, aquí tenéis el enlace:
http://www.abc.es/20110916/cultura-teatros/abcm-julie-taymor-esencia-teatro-201109152037.html
La foto es de mi compañero José Alfonso

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